Del amor y las parejas
Conversación de una pareja en el bus.
- ¿Qué sientes por mi? – dijo ella de pronto luego de que él le asegurara por tercera vez que lo que decía él era totalmente la verdad..
- ¿Cómo que qué siento? – respondió él con un tufillo de desatención mezclado con incomodidad. - ¿No sabes acaso que te quiero?
- ¿Lo sé? ¿Por qué piensas que lo sé?
- Porque te lo he dicho miles de veces pues.
- Me hubiera gustado que respondieras, porque te lo he demostrado mil veces. Y ese creo que es el problema. Estuve pensando mucho este fin de año, y me dije a mi misma que este año iba a ser de acciones y no solo de ideas o palabras. Mi vida se ha convertido en un cerro de ideas, planes, proyectos, sueños, pero sólo eso. No he concretado nada aun. Y eso pretendo hacer este año, y te veo a ti, nos veo a nosotros, y siento que nuestra relación está llena de esos sueños, esos planes que hacemos, esas metas que nos trazamos, pero que al final se quedan en eso.
- ¿Cómo que sólo se quedan en eso? – Se comenzaba a sentir indignación en su tono. - ¿Acaso no he hecho todo lo que dije que iba a hacer? ¿Acaso no trabajo cual burro? ¿Y encima me insinuas que no te quiero?
- Ya te ofendiste y comienzas a exasperarte. ¿Sabes que ese es indicativo de que algo ocultas o a algo le temes?
- ¿De donde diablos ahora resultamos con que te estoy ocultando algo? A ver, dime, ¿qué te estoy ocultando? ¿Qué no te he dicho?
- Contigo realmente nunca se. Y he escogido muchas veces hacerme de la vista gorda, pero hay días en que sencillamente no puedo. Cada domingo en misa escojo renovar en mi silencio mis votos. Le pido a Dios me de paciencia, me de fuerzas para entenderte, para perdonarte, para. . .
- ¿Para perdonarme? – interrumpió él indignado. ¿No se supone que ya me habías perdonado? ¿Qué debo hacer? ¿Hacer que me crucifiquen para ganarme tu cariño?
- No insultes mi fe.
- No me insultes tú a mi.
- Nadie te ha insultado. Sólo te digo lo que siento.
- Pero es que me sacas ese trapito a cada rato. Ya cánsate. Se suponía que ibamos a reiniciar nuestra vida, pero sigues y sigues con eso. Me equivoqué. Lo acepté. Hice algo malo, aunque lo hice por una buena razón, pero . . .
- Ese es tu problema. Te justificas, le encuentras siempre excusas a tus acciones. Jamás aceptas que realemnte la fregaste. No aceptas que realmente jodiste todo. Dices, si, disculpame, me equivoqué, pero es sólo de la boca para afuera, pero dentro tuyo estas diciendote, “aunque mis intenciones fueron las mejores” o “realmente no todo fue mi culpa . .” Ya madura.
- Ahora soy inmaduro.
- ¿Ves? Te quedas en la superficie. ¿Eso es lo que más te preocupa de lo que he dicho? Si no ves los errores en ti, si no ves la raiz del problema en ti mismo, jamás se solucionaran las cosas, porque andas culpando al resto de todo lo malo que te pase, y entonces buscas las solucioens fuera, en otras circunstancias, en otras personas, y no donde debes, dentro de ti. En ti está el problema y la solución también.
- Ahora resulta que soy un problema.
- ¿Qué? ¿Sabes qué? Avisame cuando crezcas, contigo no se puede . . .
- Ya ya, está bien. Tienes razón. Pero realmente me da colera que no valores lo mucho que te quiero y aprecio. ¿Acaso soy de los que olvidan un aniversario? Nunca he dejado de sorprenderte con un regalito, unas flores, o una salida romántica. Siempre te demuesto mi amor.
- Corazón, mil veces te he dicho que el amor no solo son tarjetas, flores o amaneceres romanticos. Esa es la parte fácil y superficial del amor. No es real. Es pasajero. Se trata de hacer las cosas que haces sin que te las pidan, las cosas que detestas pero igual haces por tu pareja, es saber ser un amigo . .
- Pero . .
- No – le dijo ella tapándole la boca con la mano – es saber también callarse y escuchar. Yo te amo. Con todo mi ser. Pero tengo miedo y estoy llena de dudas y sólo tú puedes darme la paz que debe ir unida a este amor. Al final no puedo decirte que es el amor, tu debes sentirlo por ti mismo, pero sí puedo decirte que esos detalles por muy lindos que son, no lo son.
- ¿Tan miserable te sientes?
- Miserable es una palabra tan fea . .
- Pero es la correcta. . . ¿no?
Esbozó ella un intento de sonrisa, con los ojos ya humedecidos. Parecía sentirse rendida. Parecía estar por dentro de rodillas, con los brazos abiertos, en parte esperando el golpe final, en parte rogándole a Dios por una luz.
- ¿Sabes? – Dijo él luego de unos minutos de silencio. – Cuando nos casamos y comencé a ir a misa contigo, la verdad es que me sentía incómodo. Crecí en un hogar católico aunque no practicante, como sabes, pero realmente jamás en mi vida sentí la presencia de Dios. No sabía realmente como iría a decirle a mis hijos, “Sí, Dios existe”, si yo tenía mis dudas. No sabía como hablarles de un Dios que está en todos lados, cuando no lo veía por ningún lado.
- ¿A qué viene todo esto? ¿Por qué te sales del tema si . .
- No me salgo del tema. Nunca me he salido del tema. El tema, aunque no parezca, está presente en cada momento de mi vida. Porque me siento muchas veces no valorado, porque siento otras tantas que no te valoro. Porque siento muchas veces que no hemos podido superar aquello que nos separó una vez, y no sé si alguna vez podremos.
- Con esa mentalidad definitivamente no lo haremos.
- No es que piense en forma pesimista. No es que me rinda. Es que me descorazono, es que en situaciones como esta me siento sin fe.
- La fe nunca la pierdes. La fe está en ti.
- El problema me parece no es tener fe. El problema es tener razones para mantenerla.
- Amor, yo tengo fe en ti – le dijo ella rodeando sus cachetes con las palmas de sus manos, dejando que sus lagriams emaparan sus manos.. – Siempre la he tenido. Si no la tuviera, no me habría casado contigo. Y tengo fe en que Dios, ni yo ni nadie mas, te ayudará a encontrar y sacar toda esa fuerza que llevas dentro. Porque la tienes, porque no necesitas que nadie te la dé o regale, está en ti. Yo la veo. Quisiera que tu la vieras.
- Ahora cuando voy a misa, las cosas son diferentes. Realmente sé que Dios está ahi, aunque sigo creyendo que está en todos lados y no solo en misa . .
- No te vas a escapar de ir conmigo a misa todos los domingos con esa teoría . le dijo ella sonriendo.
- No quiero tampoco. Pero lo que decía es que cuando te veo, cuando siento que me amas, cuando siento lo que siento contigo, sé que Dios está ahi, puedo sentirlo. .
- Y Dios tiene misteriosas formas de manifestarse, ya sabrá él cuando y cómo manifestarse a ti. Darte esa experiencia de Dios que te falta.
- Ya lo hizo. Tú eres mi experiencia de Dios. Sé que Dios te puso en mi camino. No como una misión para ti, pero si para yo poder ver en tu amor, su amor, para ver en tu luz y fuerza las suyas.
- “No seas floro”, le dijo ella sonriendo y empujándolo suavemente, aunque no pudiendo evitar que los ojos se le humedecieran.
- No es floro. Créeme.
- Te creo.
- Voy a hacerte la mujer más feliz del mundo, tartaré de aprender de mis erroes, trataré de mejorar, de ser más abierto, de compartoir todo contigo. Me esforzaré por llevarte a ti y a nuestros hijos lo más alto que se pueda. Tengan lo mejor.
- ¿Qué tan lejos quieres llegar?
- No lo sé, pero si es contigo, sea donde sea que lleguemos será la distancia correcta.
- Eso es verdad, y disfrutaré mucho del trayecto, sin preocuparme mucho del destino final. Mientras mantengamos el rumbo, todo está bien. Te lo aseguro.
- Ya casi llegamos. En el siguiente paradero bajamos.
- ¿Por qué bajar? Quiero que continúe este viaje mucho más. – dijo ella antes de abrazarle y besarle.
Si se pudiera definir a algo como la más importante, lo vital. Aquello que nunca debe faltar en una pareja, eso sería la verdad. la verdad debe estar presente en todo. A la hroa de manisfestarse su cariño. A la hora de manifestarse sus angustias, enojos, desencatos preocupaciones, etc. También debe estar presente a la hora de definir el camino que seguiran, sus repsonsabilidades, sus metas, sus sueños. A la hora de comunicarse. Porque no solo debe haber comunicación, sino que esta debe ser sincera. Sin guardarse nada. Asi fuera con las mejores intenciones del mundo. Y debe haber también fe. No solo en Dios, que es importante, sino en ellos mismos. El uno con el otro. Si hay eso. Entonces no hay de que preocuparse, solo hay que ser constantes, hay que aprender de los errores, hay que ver a la pareja al lado, de la mano, caminando juntos, para que cuando uno tropiece esté el otro para darle una mano y seguir andando, para que cuando uno seinta el cansancio, esté el otro para cargarlo un tramo y seguir andando, para cuando vayan cumpliendo sus metas estén juntos para celebrarlas ys eguir luego andando, para cuando hayan trsitezas, esten para consuolarse y animarse, para seguir andando. Y asi, andando y andando, valoren mucho más el trayecto, sin preocuparse demasiado en el destino.