Wednesday, December 27, 2006

Carta a mi sobrina por llegar

Ya falta poco para que dejes esa pequeña burbuja protectora (tu universo hasta ahora) para reunirte con nosotros. Por alguna extraña razón me encuentro esperándote con ansias. No porque seas la primera, ¡vas a ser mi séptima sobrina!, ni porque quiera llenar algún vacío. Te espero porque vienes a ser parte de mi familia, porque vas a ser un pedacito de gente (como dice mi abuela), para quien todos nosotros seremos su mundo, su vida, sus guías en los primeros pasos. Llegarás a una familia poco aburrida te diré. Las cosas no siempre transcurren tranquilamente, los problemas y conflictos pueden parecerte en algún momento demasiado cotidianos, pero aprenderás con el tiempo, que son sólo momentos. Tu mamá es mi hermana, y si yo estoy con muchos deseos de ya verte, imagínate ella, soñando con tu color de ojos, de cabellos o tu sonrisa. ¿Sientes miedo en su corazón? Es normal. Ya te enseñará ella que no puede haber valor y coraje donde antes no hubo temor y angustia. Será ella la principal responsable por tu vida, crecimiento y educación. Créeme que eso conlleva mucho temor. Pero no te preocupes que lo hará bien. Es una mujer fuerte. Algo difícil de entender a veces de repente (ya lidiaras con ello) pero alguien en quien podrás apoyarte sin duda. Tienes una hermana, pero eso ya debes saberlo. La has escuchado ya muchas veces hablarte. Está ansiosa también por verte. Tienes unos abuelos espectaculares. Tu abuela es una llorona, llora de pena, llora de alegría, llora de cólera. . . probablemente la primera vez que la veas, notes lágrimas en sus ojos. Esas serán de alegría. Tu abuelo es un peluche dentro de una caja metálica, como esos regalos que ya conocerás. Puede parecerte al principio algo serio o distante, pero sonríele, y veras como no querrá luego soltarte ni dejarte, porque si de alguien has de aprender el significado de familia, es de él. Tus tías. Bueno iras conociendo a tus tías de a pocos, no hay nada que te pueda decir que te prepare para eso. En el fondo lo que más quiero decirte es que te quiero, que todos en tu familia te queremos y que siempre contaras con nosotros para todo. Y estaremos ahí en cada paso de tu vida, mientras papa lindo nos deje. Ya podré sentarme contigo, de acá a unos años de repente, para hablar sobre la vida; por ahora no tiene mucho sentido. Puedo enseñarte tanto a partir de mis errores. Yo aprendí mucho de ellos. Y lo último que te deseo es una vida exenta de ellos. Todo lo contrario, quiero que los cometas, con prudencia siempre, pero que al tomar tus decisiones cometas errores, y los reconozcas, y aprendas de ellos. Y reconoce también los errores de los demás, no para juzgarlos, sino más bien para entenderlos. Y no pienses nunca ni por un instante que fuiste un error. No lo eres. Eres lo más acertado que pudo haber hecho tu mamá. Vienes a cumplir una misión en esta vida, a completar muchas vidas, y eso jamás podrá ser una falla de cálculo. No eres algo imperdonable tampoco, eres todo lo contrario, alguien por quien eternamente estaremos agradecidos. No quiero la vida de otra manera, te quiero en ella. Así que ven pronto… que te esperamos.

La pregunta del millón ha de ser ¿cual es la lección aprendida? Respuesta sencilla. ¿Es que acaso hay lección de amor y unión más grande que la que nos da un nuevo miembro en la familia? Muchas veces esperamos a que los “problemas” o las “emergencias” nos unan. O peor aun, andamos tan distraídos que perdemos mucho tiempo viéndole lo malo a las situaciones, sin considerar que lo bueno es mucho más grande y hermoso. Esperamos una y otra vez sin aprender la lección para al final decir, “si lo hubiera visto así desde el inicio”, “si no hubiese perdido tanto tiempo con mi amargura”. Cuando sintamos que la amargura nos gana, cuando sintamos que el desconsuelo es nuestra primera reacción, sentémonos un instante a verle el lado amable (como decía chespirito) a la vida y a las situaciones que nos presenta. Andamos creídos que cuando llega un bebe al mundo estamos nosotros para enseñarle y ser sus maestros, sin embargo es él quien nos trae muchas veces una gran lección.