Amar es . . .
Amar a alguien es intentar conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus debilidades, sus sueños y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano o un hombro, sediento de una sonrisa sincera con la que pueda sentirse en paz; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni siquiera en sí mismo; es descubrir y valorar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente sus virtudes.
Amar a alguien es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención y sobretodo sincero interés; aceptarlo sin pretender cambiarlo, sólo comprenderlo; ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser juzgado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el derecho de elegir su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo; es permitirle descubrir su verdad interior por sí mismo, a su manera: apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus ideas; es valorarlo por ser quien es, no por como tú desearías que fuera; es confiar en su capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder de ser la mejor versión de su ser.
Amar a alguien es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni pretenciones, revelando tu verdad honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus propios sentimientos, tus áreas vulnerables; permitirle que conozca al ser que verdaderamente eres, sin adoptar actitudes falsas para causar una impresión; es compartir tus deseos y necesidades, sin esperar que convierta en su misión el saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo de que son correctas; es disfrutar del gozo de ser tú mismo frente al otro, sin pedirle reconocimiento alguno, y así, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada sincera, "este soy, en este momento de mi vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto... si tú quieres recibirlo".
Amar a alguien es disfrutar de la alegría de poder comprometerte voluntariamente y participar en forma activa, mas no intromisoria, en su crecimiento personal; es creer en él cuando duda de sí mismo, contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente débil, confiar en él cuando algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte arrastrar por su desdicha; disfrutar del día presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones, por la espontánea decisión de amarle libremente.
Amar a alguien es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin pretender que nada necesitas; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no desea; es agradecerle a Dios su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu camino; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día es una aventura nueva y el mañana, un misterio rico y perenne; es vivir cada instante como si fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta.
Amar a alguien es atreverte a expresar tu cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo cariñoso, de tus besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuánto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus fortalezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa sinceramente, no por ti, pero por él, y que cuenta contigo; es permitirle descubrir sus verdaderas capacidades y alentar su posibilidad de dar todo lo que puede; es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.
Amar a alguien es también atreverte a establecer tus propios limites y mantenerlos con firmeza; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de dejarlo ir y despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos recuerden con gratitud los tesoros compartidos.
Amar a alguien es encontrar tu propia felicidad en la suya; es verle como un libro de infinitas páginas que que día a día disfrutas leyendo y siempre te encuentras esperando que llegue el momento de volverla a ver, fascinado con lo que vendrá con la siguiente página; es estar con esa persona, tanto en los días soleados como en los lluviosos, y así, cuando los tiempos malos lleguen, porque siempre llegan, los encuentren preparados, de la mano y en pie, porque es más fácil resistir, cuando una mano un hombro, un ser, está ahi contigo, siempre y para siempre.
Le agradezco a Dios cada día por haberme dado a quien amar y que me ame. Y le pido perdón también todos los días por mis errores y las oportunidades que dejé pasar, las sonrisas que negue compartir, las lágrimas que estupidamente provoqué. El post de hoy, día del amor, es indiscutidamente para el amor de mi vida. Mi compañera, mi alegría, mi roca, mi guía en la oscuridad, la mano siempre tendida cuando caigo, la sonrisa sincera siempre que la tristeza me agobia. Disculpa mis errores o traspies. Disculpa cuando pido más de lo que doy. Y gracias por saber amarme, gracias por estar siempre a mi lado y gracias, infinitas gracias por ayudarme a crecer.
Feliz día del amor y la amistad a todos. Y no olviden hoy y todos los días NO DECIRLE A SUS PAREAS CUANTO LAS AMAN. Dejen que lo sientan. Hagan que lo sepan sin necesidad de que se lo digan. Un “te amo” es tácito, cuando existe un verdadero amor.